XOCHIMILCO, ISLA BONITA

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Lo admito: cuando pienso en Xochimilco, suspiro. Y no es cursilería barata. Todo lo que tiene que ver con las islas me conmueve hasta los huesos. Sus canales han seducido durante décadas a enamorados y a cuento turista, accidentalmente o no, llega a la ciudad y lo visita. El lugar es realmente mágico.

El impacto auditivo y visual me dejó una sonrisa en la memoria desde que lo conocí, cientos de floreadas embarcaciones, islitas flotantes, árboles que crecen rectos hacia el cielo… aquella melodía sacada de unas cerdas en el aire. Amigos entrañables y familia alrededor de una mesa. Color y música. La belleza evoca. Pero les cuento que la mayoría de las veces que he ido a los canales de Xochimilco, estaba más pendiente de los pollos rostizados, las papas fritas, el refresco, el destape de las chelas correspondientes y de perseguir al del salterio para que me tocara un huapango y formar la pachanga, que del embrujo inicial provocado por el paisaje. Lo malo es que presiento no ser la única.

No está mal divertirnos como  nos dé la gana sin dañar nada ni a nadie. El sitio inspira y hay suficientes  kilómetros de canales. Sin embargo, hoy les confieso que si hubiera preferido conocer los maravillosos paisajes de Xochimilco de la mano de las personas que me fueron contando la verdadera historia, porque detrás de los mariachis y la fiesta, los canales y aun productivas chinampas tienen una realidad que preocupa.

El primer comentario que nos hacen nos pone en alerta total: “A pesar de ser una zona de conservación, corre el riesgo de desaparecer, por lo que está en peligro la declaratoria dada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.” Volvemos a respirar cuando aclara que ya se están tomando medidas, protegiendo espacios y buscando soluciones

La consagración de la primavera.

El paseo incluye una visita a una chinampa. Nos explican cual es el método de siembra, sencillo pero con un gran potencial ya que pueden tener hasta siete cosechas al año con la técnica del chapín.

Maíz, frijol, calabaza italiana, calabaza de bola, flor de calabaza, lechugas italianas, sangrías, coles, nabos, brócoli, rábanos, verdolagas, quelites cenizos y quelites quintoniles, huazontles, arugula, cebollón, espinacas, betabeles, cilantro, sábila, lavanda, romeritos, acelgas, apios, albahaca epazote… por citar algunos. Además una gran variedad de plantas medicinales y ornamentales que producen las chinampas según la temporada.

Luego pasamos a ver al axolote o ajolote. En las peceras. Como tesoros resguardados. No es para menos, es la cabeza de la cadena alimenticia y su presencia revela salud en el ecosistema. No obstante, el consumo indiscriminado y la plaga de tilapias existente hoy en los canales como único depredador acuático, han puesto al simpático bichito con ínfulas de monstruo sacado de un libro de ciencia ficción al borde de la extinción.

Los polos se deshielan como neveras descompuestas, los volcanes nevados escupen lava, los lagos se secan, un iceberg arremete contra un continente. No le pongamos fecha de caducidad a Xochimilco. Hay que hacer algo. Pronto.

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